miércoles, 13 de mayo de 2009

Vuelo.


Dame color para teñir la vejez. Hoy en día ni las canas se respetan.

En un lugar del mundo, si es que el aire cuenta, estoy sentada, contemplando la maquinaria humana, su complejo cerebro, y lo inútil que es la raza al poner en marcha todo su potencial. Desperdicios.
La verdad, no tengo ni idea sobre qué escribir.

Lo que tu quieras!
y...¿qué quieres?


No hay manera de descodificar tu mente, y haces que la mía hable en braille, y de veras, soy incapaz de palpar todos los puntos que como hoyos, o lagunas eternas dejas en mi cabeza... Maquinaria humana. Desde un avión a Bulgaria me canso de pensarte, escribirte.

Este círculo nunca acaba, y estoy empezando a marearme.

Y sé, que por muchas veces que me jure y perjure a mí misma que no, no voy a soportarlo más, las promesas se las lleva el viento, el aire, donde ahora mismo me siento, sin alas, aunque estoy volando... donde vuelan todos los juramentos; se enredan unos con otros, se besan, lento como las agonías, y paren mezcla de desesperación y ansiedad...

Que esta no es una historia de amor, sino de dependencia.


Una vez fui pequeña, sentí atracción, supe que era húmeda y estaba... debajo del ombligo... el botón del universo.

Desde aquí, estoy más cerca de la luna, más cerca de besar la cara del Príncipe Gigi Cicerone que nunca. Un poco más... ¡y lo tendré en el bote! Porque si quiero, me desnudo de toda mi vergüenza y te enamoro en un pis pás.


Te lloré todo un río; que mi boca se llenó de sal que llovía de mis ojos, los dientes se me volvieron mantequilla, las mejillas terciopelo, la saliva supo a hierro, el calor empezó por las manos, de tanto apretar el corazón contra mi pecho para que no saliera corriendo desesperado a buscarte.



Hazte una mínima idea de lo que tengo dentro, a punto de reventar y saltar el pedazos. Quizás tuvieses un poquito de consideración...¿?
Pero a ti, a ti te gusta sacudir la melena, y de esa forma los problemas, como piojos que vienen a alimentarse de ti, caen al suelo, a un vacío del que jamás acordarse.
Yo, garrapata digna de ser insecto, me confirmo en la idea de que, no y sí, siempre y nunca te necesito.


Sentimientos queman para ir apagándose como una cerilla. Luego, cenizas. Debo barrer.
En el aire, construí un palacio de cristal con un piano de cola, mil noches que pasar contigo, si tú quisieras. Si tú supieras...


...turbulencias.

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