sábado, 14 de noviembre de 2009

Oh Galilea, qué fortuna la mía...





Venía en el tren, mirando mi reflejo pausado, imagen en el cristal deshaciéndose en insatisfacción, mientras se mezclaba con la realidad que pasaba fuera del coche a toda velocidad. (Como lo suele hacer siempre en mi vida. Todo pasa sin enterarme.)
Cuando me enamoré, (así que lo extrapolo a todo el mundo, pensando que todos sentimos lo mismo, por la idea esta del "sentirse identificado", que llena mucho, oye) -empiezo otra vez- Cuando nos enamoramos realmente, uno de los deseos que afloran es el de congelar esa imagen, que es un todo. (A parte del tiempo) . Mantenerle en tu retina por siempre, y que nunca muera. Poder conservar un pedazo de toda esa... complejidad, que te completa.

Bueno, yo no tengo muchas ganas de hacer fotos, la verdad.

Pero igualmente me gusta la sensación.

Más vale tener cuidado con lo que quieras fotografiar, todo eso es muy relativo. Igual piensas que detrás de la cámara hay alguien, que es y no es. Vaya traición la idealización romántica... es una bofetada a mano abierta.

Me gusta, porque no te miro tras ningún objetivo. Ni quiero deformarte en ilusiones.

No quiero... deformarme mentalmente. (Más). (Aún).

martes, 10 de noviembre de 2009

Marx.







El sufrimiento religioso es al mismo tiempo tiempo la expresión del sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es el alivio de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas desalmado. Es el opio del pueblo.

La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo, es la reivindicación de su felicidad real. El llamado para que el pueblo se deje de ilusiones acerca de su condición, es el llamado a que termine con un estado de cosas que necesita ilusiones. La crítica de la religión es ya, en embrión, la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión.