viernes, 24 de abril de 2009

Para empezar.


Dio una calada, intensa, profunda, como las ganas de comerse el mundo; como el ansia de sentirse libre.
Después, una pequeña.
Una eternidad.
Echó el humo por la boca, con una lentitud digna de tortuga, como lo hace en las películas el malo, ese momento mágico; achinando los ojos y convirtiendo su cara en pena. Mientras, observaba entre sus dedos como el tiempo lo convertía todo en ceniza.
-Esto es lo que MÁS se parece a estar enamorado. - Dijo, y pasó el amor, lo compartió, con otros pulmones tristes.